viernes, 5 de marzo de 2010

Como conocí el arte de la cam II


- Sientes la punta de mi lengua ascendiendo por el cuello. Te susurro al oído: “Me encantan sus condiciones”. Las manos se apoyan en tus hombros. Los masajeo. Sigo susurrando “Te deseo” Junto mis manos en el centro del cuello. Se deslizan. Te acaricio por dentro de la blusa. (Los gestos de Carolina eran de sorpresa, expectación y una sonrisa que cada vez se me hacía más insinuante. Ella no escribía nada). Mis manos bajan hacia tus pechos. Los acaricio por encima del sujetador.
- Sientes mis pezones duros.

Mi erección seguía aumentando al igual que mis pulsaciones..
- Un dedo se cuela dentro del sujetador. La yema de
l dedo acaricia el pezón.
Yo también estaba muy excitado. La imagen seguía nítida.. Estaba metido de lleno en el juego.

- El dedo presiona sobre el sujetador haciendo que baje. El pecho queda al
descubierto. Lo acaricio en círculos con la palma de la mano.
- Ufff. Necesito tocarme.
- Hazlo si quieres. Yo seguiré escribiendo.
Lo que vino a continuación era más de lo que yo esperaba. Carolina se quitó el polo que llevaba puesto. Pude ver al completo el sujetador negr
o de encaje del que hacía unos momentos había visto solo los bordes. Me tomé solo un segundo para recrearme en la bonita figura de mi compañera de juego. Los pezones se adivinaban erectos a través del sujetador. Seguí escribiendo sin pensar hasta donde llegaría aquella aventura.
- La blusa se abre por completo. Mi boca baja hacia tus pechos. Me coloco de rodillas entre tus piernas.
Carolina había dejado de escribir. Leía atentamente los mensajes buscando acomodo en su silla. Siguieron las sorpresas: el sujetador se abrió. Era un striptease en toda regla. Despacio, sugerente. Los tirantes cayeron por los lados. Los pechos tapados con los antebrazos. Me costaba seguir escribiendo el pene estaba a
punto de estallar dentro de mi pantalón. Comencé a intentar escribir solo con una mano. No pude se me hacía muy lento y quería ir rápido para no detener la excitación de ella.
- Mis labios besan tus pechos. Sientes la punta de la lengua caliente. Beso entre tus pechos. Las manos comienzan a acariciar los muslos. Te recorren arriba y abajo por encima del pantalón.
Se puso de pie. Frente a la cámara. El pantalón vaquero se abrió. La
cremallera bajaba. No pude más y aproveché para tirar de forma rápida de mi ropa hacia abajo. Desnudo de cintura para abajo. El pantalón de Carolina cayó al suelo. Mi respiración era cada vez más agitada, entrecortada. Sus braguitas formaban parte de un conjunto con el sujetador que se había quitado hacía rato. Negras de encaje, se clareaba el vello de su pubis. Toqué mi polla, mis huevos. No sabía muy bien qué hacer. Ella se dirigió de nuevo a la silla colocándose en actitud “lectora”.
La mano de Carolina se había perdido bajo la braguita. Se estaba masturbando.
- Necesito sentir el contacto de mi piel contra tu cuerpo. Desabrocho mi pantalón. Cae al suelo. A continuación me desprendo del calzoncillo con una mano mientras la otra te agarra por delante. Se mete dentro de tus braguitas… como lo haces ahora.
De nuevo se levantó hacia el teclado para escribir.
- Espera, quiero ponerme algo más cómoda.
Mientras se colocaba volví a tocarme de manera apresurada. Deseaba terminar. Mi polla estaba muy hinchada, ardía entre mis manos. No tuve tiempo. Carolina se había colocado en un sillón, un poco más retirado del teclado. Recostada en el sillón siguió masturbándose con mis frases.
- Mis dedos se mojan en tu rajita. Abriéndola, separando los labios de tu coño. Te recorren desde abajo hacia arriba, sin penetrarte. Alcanzo tu clítoris, lo agito en círculos con la yema de mis dedos.
Me fijaba en su mano mientras escribía. Al igual que en mis frases, la mano se agitaba. Las braguitas no me permitían ver con detalle pero supuse que dos dedos estaban penetrando en el interior. El cuerpo se contoneaba. La otra mano acariciaba sus pechos. Los gestos de sus labios humedeciéndose me hacían comprobar su grado de excitación. Seguí escribiendo. Había desistido ya de tocarme. Terminaría después de forma tranquila, en el baño, recordando.
- Con la otra mano me ayudo para colocar la polla frente a tu coño. Tus manos apoyadas en la mesa. Te mueves, buscándome.
Se dirigió de nuevo al sillón, expectante.
- Agarro tus caderas, con fuerza. La punta de mi polla abre tu coño. Lentamente. Un empujoncito y se desliza. Tus caderas quedan libres. Mis manos suben por tu abdomen, hacia tus pechos. Los agarro y tiro de ellos hacia mí. Un empujón seco. Toda dentro. Siento como mis huevos golpean en tus nalgas. Quietos un segundo. Comenzamos a movernos. Tu coño me acaricia. Me exprime. Siento un calor intenso alrededor de toda mi polla. En cada embestida siento rozar la punta en la entrada de tu coño para hundirse después hasta el fondo.
Estaba sudando. El calor de agosto y de la excitación se hacía sentir. Dudé si ya habría llegado el momento de “terminar” o si pudiera precipitarme. Por las imágenes que veía, Carolina seguía disfrutando con la mano entre las piernas. Aquello no podía durar mucho más.
- Escucho tus gemidos, grito. Recorro tu espalda con las manos, arañando suave con mis uñas. El calor se hace más intenso en mi polla. Embisto con todas las fuerzas, de nuevo aferrado a tus caderas. Unos latigazos en la punta, inconfundibles.
- Intento contenerme pero no puedo. Grité.

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