martes, 9 de marzo de 2010

Desconcentración total



Parece que tengo poderes premonitorios porque algo similar a lo que conté hace unas tres semanas me ha sucedido.

El caso es que todo iba bien, tanto el chico como yo estábamos disfrutando sin problemas... hasta que vi que no había forma de que eso funcionara. Quiero decir, la cosa era divertida, pero sin llegar a la cantidad necesaria como para, hablando en plata, correrme.

Claro, en ese momento lo que piensas es que es una tontería, que fijo que dentro de un rato la situación cambia. El problema es que ese pensamiento lo único que hace es aumentar la presión que tienes encima... Y hacer que las cosas vayan peor.

Lo dicho, cada momento que pensaba en ello, peor se ponía el tema. Al final el otro chico acabó sin problemas y allí me quedé yo, con una cara de circunstancias que era... para foto.

Claro, el pobre chaval lo notó y empezó a preguntarme que si había sido culpa suya. No, no, no, son cosas mías, lo siento, le respondí. Pero estoy seguro de que a pesar de que se lo repetí cientos de veces, se habrá quedado con la mosca detrás de la oreja pensando si hizo algo mal o no.

La función de la historia es, además de una excusa para contaros mi vida, convenceros de algo: Si durante el sexo no estás a lo que estás, por cualquier tipo de problema, lo mejor es parar y explicarte, porque, si no, tu pareja acabará pensando en lo que habrá hecho mal... y no es plan.

Vamos, que lo mejor es no pensar en tus problemas y dejarte llevar por el momento... ¿Verdad? :)


1 comentarios:

Anónimo dijo...

qué putada no?

 
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