jueves, 15 de julio de 2010

Venganza IV

Venganza Parte III

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-Venganza-Susurró Aylin y recostándose en la cama se quedó dormida.

Despertó de madrugada con la respiración acelerada y sudando como nunca. Las pesadillas empezaban a hacer mella en su rostro y sus noches eran largas. Se incorporó y buscó el interruptor de la luz pero algo la provocó un espasmo en el estomago.

La oscuridad del cuarto la impedía verlo con claridad pero él estaba allí. Sentado en la butaca más alejada de ella e inmóvil.

Se levantó de la butaca y se dirigió a ella.

-Supe en ese momento que todo lo que he hecho gira en torno a ti. Sólo a ti- La cogió con fuerza la cara con ambas manos y pegó la frente a la suya-Y me dije a mi mismo… Si ella me convirtió en lo que soy... ella lo sufrirá…

-Me haces daño- Intentó soltarse de William pero le fue imposible.

Fue aflojando la presión en la cara de Aylin y bajando las palmas de las manos por sus hombros, fue desnudándola con delicadeza mientras acariciaba sus hombros y dejaba caer la chaqueta y la fina tela de su camisón.

De un tirón rompió sus bragas mientras pasaba su nariz por su cuello y aspiraba con fuerza su aroma. Aylin empezó a sentir que se abandonaba. Su corazón latía con fuerza. Sintió su lengua llenarla la boca. Sus manos sujetándola con fuerza.

Le dio la vuelta quedando detrás de ella y le mordió la nuca apartándola el collar.

Un "clic" sonó en la habitación.

Aylin se dio cuenta de que estaba inmovilizada con las manos atadas a su espalda. Intentó liberarse pero William la empujó tirándola en la cama boca abajo.

-¿Qué, qué vas a hacer?

El ruido del tintineo del cinturón sonó tras ella.

-Perdóname…-Dijo en su oído.

-¡No, no, no!

La angustia se apoderó de ella cuando notó el primer golpe seco en su nalga derecha. Apenas había asimilado lo que estaba pasando cuando recibió otro y otro más. Pasaron minutos que parecieron horas y William no cesaba de golpearla con el cinturón.

-¡Te lo suplicó para ya por favor!-Gritó llorando pero de nada le sirvió.

Cuando creía perder la conciencia y con toda la cara empapada en sudor, dejó de golpearla. La dio la vuelta y soltando sus muñecas se puso sobre ella.

-¡Hijo de puta, maldito hijo de puta enfermo!-Grito rabiada, dolorida, destrozada.

Intentó golpearle a duras penas pues el cansancio la impedía sacar fuerzas pero William volvió a besarla tumbándola en la cama y sujetándola con fuerza para que no se moviera.

Metió su lengua en la boca, y su mano empezó a acariciarla los muslos mientras Aylin pataleaba para liberarse de él. La arrastró de nuevo hacía el centro de la cama y volvió a enganchar sus muñecas pero esta vez al cabecero de la cama, boca arriba.

Se quitó la camisa y libero su polla del pantalón que saltó como un resorte colocándose entre sus piernas que aun luchaban por liberarse de él.

Sobre ella, comenzó a penetrarla despacio con su cara a pocos centímetros de ella, viéndola llorar.

Aylin gimió de placer. William soltó sus muñecas del cabecero con una mano y de un movimiento la levantó hacía él. Sentado la colocó sobre él y sujetando con fuerza sus caderas la clavo la polla y la mantuvo quieta mientras la metía la lengua en la boca y la hacía levantarse y bombear sobre él.

-Baila princesa- La dijo y lamió sus pezones. Con delicadeza tocó las marcas de sus golpes acariciando con suavizad las nalgas, abriéndolas con ambas manos.

Oírla gemir sobre él, notar sus caderas balancearse al ritmo de sus embestidas y sus pechos danzando le volvieron loco. Su melena la tapaba la cara y sus pezones la delataron. Un golpe de placer invadió su espalda, subió por su columna y perforó su cerebro al mismo tiempo que él tiraba de su cuello pegando su pecho al suyo.

De un movimiento le bajó de sus rodillas y la cogió del pelo metiéndole la polla en la boca. Aylin empezó a chuparla con movimientos oscilantes, presionando con sus labios el tronco de su sexo, subiendo y bajando, lamiendo con su lengua todo su perímetro. Hasta que notó en su garganta el calor de su semen golpeándola la campanilla y su mano, siempre… sometiéndola a sus antojos.

Se tumbó en la cama y William se desplomó sobre ella. Luego se quedó dormida.

Despertó con el ruido de la puerta cerrarse. Miró a su alrededor y supo que William había dormido a su lado. Saltó de la cama y se asomó a la ventana. Cruzaba la calle en dirección a un coche negro aparcado al otro lado

Cuando se disponía a salir de casa el teléfono móvil vibró en su bolso. Era un número que no conocía. A través del aparato la voz de William retumbó en su oreja y se alegró de escucharlo tan cerca.

-No pretendo consumirte Aylin. No pretendo hacerte sufrir más que lo necesario. Sufrir es importante en la vida. Te hace más fuerte, te forja un carácter

-Eres tan cruel…

-Supe desde el primer día que entre en tu vida, lo que podía estirar la goma que tú me dabas. Pregúntate a tu misma por qué no denunciaste lo que te hice. Te da miedo saber que lo necesitas…saber que no somos tan distintos.

-Anoche mi hiciste mucho dañó y después…

-Es mi forma de amarte…

-¿Cómo sabes que puedo con todo esto? ¿Cómo estás tan seguro que no me desmoronaré?

Esperó con pasión. Sus ojos brillaban.

-Porque yo estaré contigo.








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